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EXCURSIÓN A TERUEL EN VESPINO


ESTABA CLARO, LOS HOMBRE DEL TIEMPO ÚLTIMAMENTE ACIERTAN...


Por la mañana a las ocho en punto me encontrada plantado delante de las torres de Serranos de Valencia. Había convocado a los vespineros para una excursión a Teruel. Lo había hecho en diferentes foros: a los amigos de las motos clásicas a través de Moclava y, por supuesto, valga la redundancia, a los amigos del foro de Vespinos. Pero allí estaba, sólo, esperando a Paco Motos. A Paco todos le conocemos, siempre aparece, de manera que era cuestión de un momento. Además, él me había advertido que tardaría unos minutos porque tenía cosas que hacer que apenas le retrasarían.

Mientras esperaba sentado en aquellos sillares que rodean el foso de la viejas torres, no me entraba en la cabeza que una mañana tan agradable como la que estaba viviendo pudiera tornarse tan desapacible en unas horas…¡qué cosas…!. Levanté la vista y por allí venía Paco, cruzando el puente, desde Santa Mónica, dirigiéndose directamente a donde yo me encontraba.
. - Buenos días –
.- Hola Paco… ¿ya estás listo?-
.- Claro…, ¿me da tiempo a fumarme un cigarro?
.- Desde luego.—

Nos quedamos mirando su montura. Se trataba de una NL Clásic con muy buen aspecto. Al parecer era una 49 con un carburador un poco grande, un 15/15 Dell’orto, o quizás fuera una 65, qué más da..., la cuestión es que no tenía mala pinta. Sobre todo teniendo en cuenta que la había montado esa misma semana, precisamente para la excursión. Paco es así. Recuerdo que en vísperas de su viaje a Brno con la Impala todavía andaba haciéndole reparaciones de última hora, como siempre con prisas.

Me dijo: -- espero que estas motos sean tan buenas como dices –
.—tranquilo, lo son--

De manera que sin más las pusimos en marcha y empezamos a circular por las calles de Valencia en dirección a Segorbe, por Náquera y Serra, una de las rutas preferidas por los ciclistas. Subimos sin ningún problema el puerto del Oronet, de 500 m. de altitud, quedando a unos 35 de la costa, de manera que se puede entender que desde Valencia el desnivel es considerable.

Durante el descenso del puerto por la otra vertiente, hacia Torres Torres, nos acompañó un ciclista que no tuvo ninguna dificultad en adelantarnos cuando le vino en gana. Con buen asfalto, curvas, carretera estrecha y mucha pendiente, las bicis son inalcanzables. Pocos kilómetros después llegamos a la A23. Naturalmente tomamos la vía de servicio, que haya el tráfico que haya, siempre está tranquila. Qué diferencia con aquellos años que tanto sufrimos para llegar a Segorbe los fines de semana…

No tardó mucho en darnos alcance Augusto con su “R75 DGT”, nos adelantó y paró para hacernos una foto en marcha. Ciertamente Augusto, “quemadillo” para la gente del foro de Vespinos, debió pasarlo mal cuando se le truncó la posibilidad de acompañarnos en la excursión con su flamante “Vespi-Europa”. A cualquier otro motivo no se lo hubiera permitido, pero la ocasión era insalvable y no hubo más remedio que posponer la prueba de su prototipo. Augusto es un tipo puntual, uno de los que no suele fallar nunca, por lo que teniendo en cuenta que el gusanillo de los Vespinos es a quien más fuerte ha picado en los últimos meses, es de entender que el hombre ande un poco fastidiado por el contratiempo, pero tranquilo, habrá más ocasiones de probar sus inventos.



En Segorbe paramos a almorzar. Hubo que ir añadiendo mesas tal como iban llegando amigos en otras motos. Al final nos juntamos cerca de veinte.

Como la excursión no había hecho más que comenzar, no era cuestión de dilatar mucho las charlas del almuerzo, de manera que despedidas y nuevamente a las Vespinos.

No lo he comentado, pero la moto que yo llevaba era una “S” del año 70, pero poco se asemejaba a su origen. Me la dieron pintada de azul. Como tantas otras, en esa familia la Vespino había ido pasando por las manos de todos los adolescentes de la familia en el momento en que esa etapa de la vida iba llegando a cada uno de ellos, no pudiendo escapar a los gustos costomizadores de cada nuevo usuario, y a los experimentos que se les iban ourriendo. Sus cicatrices así lo atestiguaban. Pero no estaba mal del todo, se pudo recuperar algo. Lo más importante es que tenía la documentación totalmente en regla. Teniendo en cuenta que mi GL está en un proceso de pintura y adecentamiento, y que su motor, el mismo que usé para ir a París estaba disponible, pues lo monté en la S azul y asunto concluido.



Tenía mucho interés en probar un nuevo asiento monoplaza que Francesc Garí, Kiqu para el foro de Vespinos, me había proporcionado. Se trataba de un asiento de origen Vespino Telepizza. Había que mejorar la incomodidad del asiento corrido que usé en el viaje a París, que tantos dolores me produjo. Una vez probado reconozco que algo mejora al anterior, pero todavía se tiene que trabajar un poco más.

Dicho todo esto sigamos con la excursión: quienes conocen la zona sabrán del recorrido que nos esperaba a partir de la Salida de Segorbe… cuesta arriba, cuesta arriba y más cuesta arriba, hasta coronar el puerto de Ragudo con aproximadamente 1.000 m. de altitud. Hasta llegar a Teruel todavía ascenderíamos un puerto más, el de Escandón, que ronda los 1.200 m. La cuestión es que mientras subíamos las bacheadas curvas del Ragudo, se me pasó por la cabeza el recuerdo de aquella época en la que tanto se habló de la misteriosa rubia que, sin saber de dónde, aparecía en una de las curvas haciendo autostop y luego desaparecía. Entiendo que debido al poco tráfico que ahora pasa por esas viejas curvas seguro que habrá cambiado de lugar para asustar a otros. O incluso es posible que haya cambiado de oficio, el autostop ya no es un buen medio de transporte.

Entre parques eólicos fuimos llaneando hasta Barracas. Optamos por una rápida parada para ponernos la ropa de agua, era evidente que se estaban confirmando las predicciones de los meteorólogos. Nuevamente en marcha. Mientras cruzábamos la población se desató la tormenta, la carretera se convirtió en un inmenso charco, pero no nos detuvimos para nada. Sí lo hicimos en la estación de servicio de la Puebla de Valverde, no por la lluvia, tampoco por la gasolina, ni siquiera por cansancio o hambre, lo hicimos porque estaba a punto de comenzar la carrera de Moto GP. De manera que tomamos unos aperitivos y unas cervezas, vimos tranquilamente la carrera, disfrutamos con el 90 + 90 de Nieto y Rossi y salimos nuevamente a la lluvia.







Un rato después, a las 15:45 estábamos presentando nuestros respetos al “Torico” en el mismo centro de Teruel. Esperamos un “ratico” (como se dice en esas tierras) a que apareciesen Andrés, Marisa y Amadeo y su señora, tomamos un café, charlamos un “ratico” más y de vuelta a Valencia.

El regreso fue mucho más rápido, lógico, había más bajada que a la ida. Por suerte y de manera inexplicable el sol estuvo brillando prácticamente desde la salida de la capital aragonesa hasta la nueva llegada a Barracas. Se agradeció puesto que la temperatura había bajado ostensiblemente y la humedad del ambiente no hacía buena la situación. Al parecer la tormenta nos precedía, puesto que la carretera estaba totalmente mojada y la cantidad de agua por las calles del pueblo y las orillas de la carretera así lo indicaban. Incluso pudimos comprobar que había granizado. En los restaurantes de la zona la gente estaba jugando a lanzarse bolas de hielo a modo de nieve. También pudimos hacer fotos que bien podrían hacerse pasar por los restos de una nevada.

Un trecho después nos detuvimos para ver de cerca un gigante abatido, o mejor, un gigante que todavía no se había puesto en pie. Era un enorme generador eólico que estaba listo para ser colocado en su emplazamiento, pero que en aquel momento estaba desparramado por el suelo. Realmente las dimensiones de estos mecanismos son grandes. Pues allí estábamos Paco y yo, como dos quijotes trasnochados, o pasados de moda, junto a los restos, que no son restos, de un cíclope vencido, que no es vencido sino que está a punto de nacer, o que está a punto de “dar la luz”, que para eso se les ha creado. De manera que cuando nos cansamos de chapotear barro nos subimos nuevamente a nuestros Rufio y Rocinante y para abajo, para las llanuras del “Reino”, que es como los aragoneses más mayores llaman a la Comunidad Valenciana. En Castilla-León, sin embargo, llaman Valencia del Cid a Valencia… cosas con sentido…

La bajada del puerto: nada que ver con la ida. Mucho granizo en las cunetas y la carretera mojada. Bajamos y bajamos más hasta llegar a Segorbe, allí llenamos nuestras garrafas de gasolina y continuamos viaje. Otra vez el puerto del Oronet, esta vez al contrario que durante la mañana. En las primeras bajadas, a lo lejos se veía la llanura de Valencia y al fondo el Mediterráneo. Empezaba a anochecer cuando llegábamos a nuestras casas.

Como dijo Paco: -- esto ha sido una experiencia más -- .

Las motos funcionaron estupendamente, consumieron ambas sobre los 2,5 litros por 100. La de Paco subía mejor, la mía llaneaba mejor. 300 kms. sin ningún tipo de problemas. Qué mas podemos pedir a unas viejas Vespinos… pues que sigan así por muchos años, son lo que son, fiables, robustas y de fácil mantenimiento.

Valentín Salvador




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